Aprovechando el título del libro de una amiga muy especial, libro que recomiendo totalmente a aquellas mentes inquietas que se encuentren en un proceso de búsqueda, he querido emplear, tanto su título como “formato”, para acercarme a una realidad, que creo va cobrando cuerpo día a día……la búsqueda de nuevos horizontes de los profesionales de la prevención de riesgos laborales.
No pretendo con este artículo sentar cátedra ni establecer los axiomas conceptuales sobre los que se base el devenir de la profesión, si no más bien, todo lo contrario, tal y como se propone en el mencionado libro o tal y como hacía Sócrates con sus discípulos a través de la mayéutica, proponer elementos de reflexión para que cada uno analice su interior, las circunstancias socioeconómicas y pueda sacar sus propias conclusiones.
El Yo
Uno de los aspectos más importantes de las organizaciones son las personas que las conforman. Las personas aportan tanto su aspecto actitudinal como aptitudinal. Pero, ¿qué pasa cuando, después de años de dedicación a la profesión, empezamos a sentir un creciente sentimiento de desubicación, de desánimo, de desasosiego?. Son muchas las voces que se elevan cada día, indicando que el camino recorrido está llegando a su fin, que no encuentran en la gestión diaria elementos motivadores. “Estoy harto de hacer sólo evaluaciones de riesgos”, “Nadie me escucha, ni los de arriba ni los de abajo, así que, ¿qué pinto yo aquí?, etc.
Estas dos frases repetidamente escuchadas, encierran, bajo mi punto de vista, una serie de profundas reflexiones que debemos abordar, entre las que se podría destacar:
- ¿Realmente hemos agotado nuestro ciclo como profesionales ya que hemos recorrido todo el camino de la prevención de riesgos laborales?
- ¿Se realmente el fin al que debo dirigir mis acciones y mi potencial como profesional, o me dejo llevar por la inercia?
- Parte de ese aparente y necesario cambio, ¿no deberá producirse en mi?
Nadie dijo que el camino fuera fácil y en algunas ocasiones, se complica ya que no somos capaces de ejercer como lo que realmente, hoy por hoy, debemos ser; motores del cambio….Para poder llegar al destino deseado, el primer paso es conocer el fin hacia el que debemos dirigir las acciones y ser capaces de conocer, tanto nuestras virtudes como nuestros elementos de potencial desarrollo para poder así vencer los obstáculos en un campo que no deja de ser, en un elevadísimo porcentaje, el de la gestión del cambio y el trabajo con personas.
Lo que nos rodea
La gran crisis económica que nos ha azotado estos últimos años y de la que aún no nos hemos recuperado del todo, ha provocado tremendos cambios en las organizaciones, que han ido desde desapariciones de grandes y pequeñas corporaciones a reorganizaciones internas pasando por profundos cambios estructurales, filosóficos y funcionales en las mismas. Dichos cambios, en muchos casos, han llevado a los profesionales del sector a salir de la zona de confort en la que el articulado normativo (Art. 15 RSP) les tenía instaurados, haciendo la dedicación exclusiva una quimera de difícil materialización.
Asimismo, no es menos cierto, que el concepto “prevención de riesgos laborales” se está viendo ampliado, en los últimos tiempos, con elementos configurantes complementarios que aportan un gran valor, tanto a las organizaciones como a los trabajadores y la sociedad. Promoción de la Salud, Seguridad Vial, Compliance, son palabras que cada día forman más y más parte de la maleta del prevencionista…. quiera o no quiera, el cambio existe y se impone.
Es por ello que me gustaría que cada uno de nosotros analizara qué significa la prevención de riesgos laborales y cuáles entendemos deben ser sus elementos constituyentes.
Para terminar, sólo quisiera hacer una pequeña mención a un cuento clásico chino taoísta sobre la relatividad de las cosas con la esperanza de que nos ayude a flexibilizar las bases conceptuales sobre las que, en ocasiones, cimentamos nuestra forma de proceder:
Había una vez un campesino sabio y su hijo que tenían un caballo. Un buen día el animal se les escapó y los vecinos del pueblo les fueron a consolar por su mala suerte, pero el campesino les dijo:
– El único hecho cierto, hoy aquí, es que se ha escapado un caballo. Si eso es buena o mala suerte, el tiempo dirá.
Unos días después el caballo retornó con una yegua, y los vecinos del pueblo felicitaron al campesino y a su hijo por su buena suerte. Como la vez anterior el campesino les dijo:
– El único hecho cierto, hoy aquí, es que el caballo ha vuelto con una yegua. Si eso es buena o mala suerte, el tiempo dirá.
Al cabo de un tiempo, el hijo del campesino, intentando domar a la yegua salvaje, se cayó y se rompió una pierna. El médico dictaminó que se quedaría cojo para toda la vida. Los vecinos fueron a casa del campesino y de su hijo para consolar a este último, consternado por su mala suerte. Una vez más el campesino dijo:
– El único hecho cierto, hoy aquí, es que mi hijo se ha roto una pierna. Si eso es buena o mala suerte, el tiempo dirá.
Entonces comenzó una cruenta guerra en el país y un grupo de guerreros vinieron a reclutar de manera obligatoria a todos los jóvenes del pueblo. Cuando se disponían a alistar al hijo del campesino se fijaron en que este cojeaba de una pierna:
– ¿Qué te pasa en la pierna? – preguntó el jefe de los guerreros.
– Me caí de una yegua mientras intentaba domarla. Nunca más podré caminar derecho o correr- contestó el hijo del campesino.
– Así no nos sirves. Necesitamos hombres fuertes para combatir, harás mejor en quedarte con tu padre y tu mujer – dictaminó el jefe.
El campesino dijo:
– ¿Lo entiendes ahora, hijo mío? Los hechos no son ni buenos ni malos en sí mismos, lo que nos hace sufrir son las opiniones que tenemos de ellos. Hay que esperar a como afectan a nuestro devenir. Un día maldijiste tu pierna y ahora es ella la que te ha salvado de una muerte cierta.
Un saludo.
Equipo Full Audit.