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Prevención: la respuesta unánime internacional para abordar el Coronavirus

Prevención coronavirus

En 2018, la economía mundial empezaba a mostrar síntomas de agotamiento y el miedo a una recesión global, como la de 2008, era un hecho real. La rápida intervención de Organismos Internacionales causó un ligero cambio de tendencia en los pronósticos iniciales, previendo únicamente la ralentización de la economía, sin embargo, no todas las incógnitas estaban contempladas en la ecuación.

Durante meses, el marco socioeconómico actual, se reafirmó sólido e inabordable ante los múltiples escenarios geopolíticos que amenazaban su estabilidad, como el Brexit o la guerra comercial, pero la aparición de un nuevo huésped ha evidenciado su vulnerabilidad en cuestión de semanas; hablamos del virus SARS-CoV-2 o más comúnmente conocido como Coronavirus.

El eje principal sobre el que se ha erigido el mundo globalizado actual, el transporte y la movilización, ha resultado ser el vector de transmisión y éxito de su propagación. Y es que una vez el Coronavirus salió de la ciudad de Wuhan (China), considerada como zona 0 de la pandemia, se expandió con rapidez afectando principalmente, y por ahora, a los países con mayor circulación de personas a nivel internacional. Muestra de ello son los datos reportados por las principales potencias europeas y Estados Unidos, con cerca del 75% de todos los casos positivos de COVID-19.

A falta de una vacuna para combatirlo, las medidas más eficaces han resultado ser las de prevención primaria como el distanciamiento social, lo que ha llevado a gobernantes de medio mundo cerrar sus fronteras y paralizar la movilidad de sus ciudadanos, pero…

¿Cuál es y será el impacto social y económico de las medidas implantadas?

La dispersión y la falta de un criterio común para hacer recuentos y estadísticas sobre el alcance del coronavirus hace muy difícil pronosticar el impacto real. No obstante, algunos expertos prevén que será la peor crisis social y económica que se viva desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los más pesimistas, en cambio, auguran la peor crisis desde la Gran Depresión de 1929.

Por ahora, la interrupción de la actividad laboral no esencial, las restricciones de viajes, el cierre de escuelas y otras medidas implantadas han tenido un fuerte impacto sobre el tejido empresarial y sus trabajadores.

Según estimaciones actuales realizadas por la OIT (Organización Internacional del Trabajo), se estima que durante el segundo trimestre de 2020 se reducirá el empleo mundial alrededor de un 6,7%, el equivalente a unos 230 millones de trabajadores a tiempo completo (40 h semanales). Aunque los datos ya son alarmistas, lo cierto es que pueden verse fuertemente agravados según evolucione la pandemia y en función de las medidas que se adopten para mitigar sus consecuencias. En la actualidad, se calcula que el 81% de la masa laboral mundial vive en países donde ya se ha decretado o recomendado el cierre de los centros de trabajo, afectando a la escalofriante cifra de 3.300 millones de trabajadores.

¿Qué medidas preventivas, en el entorno laboral, se han tomado en otros países?

Echando un vistazo a diferentes organismos internacionales, las consignas de actuación preventiva para abordar la COVID-19 son muy similares a las que tenemos en España.

En Francia, por ejemplo, el INRS (Instituto Nacional de Investigación y Seguridad para la Prevención de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales) detalla las siguientes medidas:

  1. Teletrabajo para todos los puestos de trabajo que lo permitan.
  2. Actividades esenciales que no puedan realizar teletrabajo:
    • Mantener actividad limitando el número de trabajadores presentes de forma simultánea en el lugar de trabajo (horas escalonadas).
    • Evitar reuniones, especialmente en espacios pequeños.
    • Favorecer oficinas individuales.
    • Fomentar la comunicación telemática (correo electrónico, videoconferencias…)
  3. Establecer procedimientos para el acceso de visitantes y clientes:
    • Limitar el número de visitas o clientes y organizar posibles colas.
    • Mostrar instrucciones generales de higiene.
    • Proporcionar soluciones hidroalcohólicas, en la medida de lo posible, en la entrada de edificios abiertos al público.
    • Configure una distancia de seguridad, o incluso dispositivos específicos (pantallas de plexiglás de intercomunicación, etc.) para posiciones expuestas al público.
  4. Limitar el acceso a espacios sociales y otros lugares para descansos colectivos.
  5. Asegurar el suministro de instalaciones sanitarias para el lavado de manos con jabón y papel desechable preferiblemente o, en su defecto, poner a disposición del personal soluciones hidroalcohólicas.

En EEUU, la afectación de la pandemia varía en función del estado y, por consiguiente, las restricciones laborales tampoco son iguales. No obstante, la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional del país (OSHA) ha desarrollado una serie de guías orientadas a la prevención de la COVID-19 en los lugares de trabajo. Entre sus medidas encontramos:

  1. Aconsejar a los trabajadores enfermos que permanezcan en sus hogares.
  2. Recomendar buenos hábitos respiratorios, incluyendo cubrirse la boca al toser y estornudar.
  3. Habilitar un lugar para lavarse las manos o proporcionar toallitas de mano que contengan al menos un 60% de alcohol.
  4. Siempre que sea posible, limitar el acceso al lugar de trabajo al personal esencial.
  5. Establecer flexibilidad para el centro de trabajo (por ejemplo, teletrabajo) y el horario de trabajo (por ejemplo, turnos de trabajo escalonados), en cuanto sea posible.
  6. Desalentar a los trabajadores que utilicen los teléfonos, escritorios, u otras herramientas y equipo de trabajo, de sus compañeros de labores.
  7. Limpiar y desinfectar con frecuencia las superficies, equipo y otros elementos del ambiente de trabajo, empleando productos de limpieza con etiquetas de desinfectantes aprobados por la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés).
Objetivo a corto y medio plazo.

Tras varias semanas de confinamiento y habiendo superado el pico de contagios en la mayoría de los países europeos, sus gobiernos empiezan ya a trazar los planes de desescalada. El mayor reto al que nos enfrentamos ahora es la reanudación de la actividad económica manteniendo el control de la pandemia y evitando posibles rebrotes que pongan de nuevo en jaque unos sistemas sanitarios ya muy fatigados.

Alemania, por ejemplo, acaba de relajar sus medidas de confinamiento con el fin de relanzar su economía. Por ahora, permitirá la apertura de comercios de hasta 800 metros cuadrados, bibliotecas, archivos y museos, y la vuelta a las clases se prevé, por ahora, para el próximo 4 de mayo, sin embargo, permanecerán cerrados los restaurantes, las salas de conciertos y los teatros.

En España, en cambio, y a causa de la gran afectación que está ocasionando la pandemia, los comercios seguirán cerrados las próximas semanas y no se prevé que se reanuden las clases en lo que queda de curso escolar.

Sea cual sea el plan de desconfinamiento diseñado en cada país, las miradas seguirán puestas en China, como referente principal en el control de la pandemia. Allí, por ejemplo, una vez reanudada la actividad económica, se ha implantado un sistema de control poblacional con la ayuda del big data.

La primera novedad que nos ha dejado la tecnología ha sido la creación de una aplicación móvil (APP) que permite al gobierno identificar a la población mediante una codificación de colores:

  • Verde, para quienes pueden moverse con total libertad.
  • Amarillo, para aquellos que han estado o residido en zonas con peligro de infección, lo que conlleva respetar una cuarentena de 7 días.
  • Rojo, para los que han estado en contacto directo con infectados o en zonas de alta afectación, debiendo permanecer en cuarentena durante 14 días.

Por si fuera poco, una segunda aplicación permite el rastreo de personas y alertarlas de su proximidad a individuos infectados.

Aunque resulta una medida aparentemente eficaz, desde el punto de vista de preservar el distanciamiento social, ahonda un poco más en el control que el gobierno ha venido ejerciendo sobre la ciudadanía en los últimos años y que ya ha sido objeto de polémica en varias ocasiones.

La OIT, como institución internacional de referencia en cuestiones laborales, apuesta por una respuesta conjunta entre países, estableciendo un marco de políticas basado en cuatro pilares que considera fundamentales:Marco de políticas internacionalesA su vez, el tercer pilar debe contemplar los siguientes puntos:

  • Reforzar las medidas de Seguridad y Salud en el Trabajo (STT).
  • Adaptar las modalidades de trabajo (adoptando el teletrabajo, por ejemplo).
  • Prevenir la discriminación y la exclusión.
  • Poner la sanidad a disposición de toda la población.
  • Ampliar el recurso a una licencia remunerada.

Aquí es donde la Seguridad y Salud en el Trabajo gana protagonismo, lo cual puede plantear nuevos retos y desafíos que tendremos que abordar.

¿Cómo podrá contribuir la SST al control de la pandemia? ¿Seremos capaces de abordar los efectos psicosociales provocados por el estado excepcional que estamos viviendo? ¿Cómo afectarán a la SST los nuevos modelos organizativos de trabajo implantados?

Independientemente del contexto en el que nos hallemos, la colaboración entre gobiernos, empleadores y trabajadores será clave para mitigar las consecuencias socioeconómicas causadas por esta el virus, donde la seguridad y salud en el trabajo puede desempeñar un papel trascendental.

Full Audit, por su parte, seguirá acompañando a sus clientes, y a todos aquellos que así lo precisen, en la consecución de sus objetivos en materia de seguridad y salud en el trabajo.

Jordi Olmo
OHSE Auditor en Full Audit

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